¿Es más importante conseguir una exclusiva que cumplir con la ética periodística? La película “El precio de la verdad” (shatered glasses 2003) narra la historia real de un joven periodista llamado Stephen Glass, cuya carrera profesional se arruinó cuando se descubrió que gran parte de sus artículos eran falsos.
Glass destacó recién salido de la facultad por sus artículos en diversas publicaciones, convirtiéndose en un periodista cotizado por los medios más importantes de Washington. Con tan sólo 23 años fue contratado por la prestigiosa e influyente revista de actualidad política New Republic. Gracias a su talento y a su simpatía personal sedujo tanto a los lectores como a compañeros de profesión. Pero no fue hasta 1998 cuando algunas sospechas sobre la veracidad de las fuentes de Glass empezaron a salir a flote. Adam Petenberg, redactor de la edición electrónica de la revista económica Forbes, leyó el artículo Hack heaven en el que se relataba cómo una gran empresa de Internet se vio obligada a firmar un contrato millonario con un pirata informático adolescente que supuestamente había burlado sus sistemas de seguridad. Quedó tan impresionado por la historia de Glass que empezó a investigar la veracidad de los hechos. Una por una comprobó todas las fuentes del artículo, las cuales resultaron ser falsas. Tras intentar por todos los medios no ser descubierto, Glass admitió finalmente que gran parte de sus fuentes habían sido inventadas, y consecuentemente fue despedido. Sigue leyendo